La otra cara

Fuente: Diario de Noticias. Viernes, 21 de noviembre de 2008

El lado institucional de la adopción es conocido por todos. Sin embargo, la sociedad olvida que detrás de cada niño acogido existe una búsqueda de identidad. Anne-Laure Jain y Jean-François Delestrait relatan su historia.

vivimos rodeados por nuestros seres queridos, en la seguridad del hogar familiar desde nuestra más tierna infancia. Las miedos y las dudas desaparecen cuando nuestros padres nos cogen de la mano y nos guían en el camino de la vida. Ahora somos mayores y afrontamos los obstáculos por nuestra cuenta aunque siempre queda el chaleco salvavidas familiar que nos saca a flote. Pero, qué sucede cuando desaparece, cuando ya no tiene sentido y la máscara de la seguridad deja ver un rostro extraño, el de la cruel verdad.

La adopción posee esa doble cara, maravillosa y dura a la vez. La parte bonita es más o menos conocida por todos: una pareja o una familia decide acoger a un niño sin padres para educarlo y darle todo el cariño que necesita. Y la otra parte, más deconocida, alude a la perspectiva del propio niño que vive la adopción. Esta cara más oculta, al menos por parte de la sociedad, tiene una voz propia: La voz de los adoptados.

Esta asociación francesa creada en 2005 con el propósito de reunir a los adoptados, no sólo de Francia, sino de todos los rincones del mundo, para compartir sus experiencias en un entorno en el que la comprensión es omnipresente.

Dos de ellos viajaron a Pamplona para gritar su mensaje a través de una charla organizada por la Asociación de Familias Adoptivas de Navarra (Afadena).

afrontar la verdad Anne-Laure Jain, nació en Kosovo en 1978, y fue abandonada a la semana de nacer. «He vivido una infancia feliz y una adolescencia y madurez más difícil», comentó la mujer de 30 años. Descubrió que fue adoptada con tan sólo 2 años. Al ver una amiga de su madre embarazada, su curiosidad infantil le llevó a preguntar a su padre si ella también salió de la barriga de su madre. Su padre decidió ser sincero, y le contó la verdad. «No lo recuerdo muy bien pero lo entendí mucho más tarde».

La historia de Jean-François Delestrait -o Jeff, como le suelen llamar- de 29 años, es muy distinta a la de su compañera. Este chileno de nacimiento descubrió que fue adoptado hace tan sólo nueve años. «Fue justo cuando decidí marcharme de casa y cogerme un piso, cuando mi padre me lo dijo. En ese momento, mis piernas ya no podían sostenerme y tuve que sentarme. Lo primero que dije fue ¡Siempre lo había sabido! «.

Ambas historias son distintas pero transmiten una increíble fuerza. Cuando todas las referencias se rompen, uno tiene que superarlo y construir nuevas. «Al principio, no sabía qué pensar. Fue tan fuerte que no sabía cómo afrontarlo. Viví un tipo de regresión mental, una vuelta a la infancia en la que ponía en tela de juicio toda la realidad de mi existencia. Ahora, con el paso del tiempo, ya lo he entendido todo. Por eso soy miembro de la asociación», relató Jeff.

Visión errónea Para ambos, la adopción es un concepto complejo que no se puede resumir en una simple definición porque cada individuo la vive de una forma. Según Anne-Laure, «la adopción todavía se ve como una buena acción . Sin embargo, no tiene nada que ver con la caridad. Para la generación de nuestros padres suponía una vergüenza. Los medios de hoy tratan de ello con sensacionalismo y sólo hablan de los casos más difíciles. La mirada de la sociedad tiene que evolucionar. No se tienen en cuenta a los adoptados».

Desde este punto de vista, la asociación La voz de los adoptados trata de construir una imagen verídica de la adopción, además de ser el chaleco salvavidas que muchos necesitan. «Estas personas acuden a nosotros para compartir experiencias sin tener que justificarse -resaltó Jeff-. Estar con otros como ellos tranquiliza y permite hablar sin miedo a ser juzgado».

El diálogo es algo fundamental para el ser humano a la hora de encontrarse a uno mismo. Y para algunas personas, definir su propia identidad pide volver a los orígenes y contestar a la gran pregunta: ¿por qué?

Esto es lo que ocurrió a Anne-Laure y Jeff. Para ella, hallar su familia biológica y entender sus raíces fue el primer ladrillo en la construcción de su nueva vida. «Hay que superar la idea -inconsciente- de que somos malos bebés por haber sido abandonados y aceptar que merecemos vivir y ser felices». Por otro lado, Jeff hizo hincapié en el largo y difícil camino que supone esa esencial búsqueda. «Es importante no precipitarse para lograr una plena reconstrucción».

Cuando la sociedad mira a los adoptados como algo extraño, un primer paso para la comprensión general es la comunicación que empieza en el propio hogar. «Los padres adoptivos tienen que estar abiertos al diálogo y hacer que el niño entienda que hay un lugar para el dolor y para sus padres biológicos, si es lo que desea. Y que, pase lo que pase, siempre estarán ahí. La adopción no se puede resumir en pocas palabras. Es una experiencia única que se vive de forma solitaria, con cierta madurez y, a la vez, con la compañía de los seres queridos», comentaron.

El mensaje de La voz de los adoptados llega poco a poco a la gente. Tan sólo hay que abrir los oídos y prestar atención.

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