«Familias y educadores deben ser pacientes con los niños adoptados»

diario de Navarra, 13 de febrero de 2009

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Adoptantis surge en 2000. ¿Cómo vieron que era necesario abordar la postadopción?

Nuestra experiencia en turnos de intervención profesional de los Colegios de Psicólogos, Trabajadores Sociales…, el trabajo de alguna de nosotras en agencias o ECAIs, la experiencia de otros países con más experiencia…, nos hizo reflexionar sobre la necesidad de un equipo especializado en dar asesoramiento y apoyo terapéutico a las familias. En esa época la preadopción tenía espacio propio en las Administraciones y las ECAIs. La postadopción sólo contaba con los seguimientos establecidos por los países de origen de los niños y no era un medio del todo adecuado para solventar las dudas o dificultades que podían presentarse en algunas familias.

El 70% de las consultas que recibían tenían que ver con lo escolar.

Nuestros niños pasan muchas horas en la escuela. Ahí aprenden y se relacionan con otros niños y adultos. Las relaciones que se establecen son diferentes a las que mantienen con sus familias. El esfuerzo que para algunos niños representa aprender, las exigencias, etc., hace que seaen la escuela donde se detecten algunas dificultades. Y son los profesores quienes muchas veces pueden detectarlas y orientar a los padres.

No todos tendrán dificultades…

La adopción en sí no es motivo de dificultades. Sí lo pueden ser las repercusiones de las experiencias tempranas que ha vivido cada niño. Es díficl hablar de números puesto que a la consulta llegan las que tienen dificultades. No son la mayoría, pero sí un porcentaje significativo.

¿Qué temas son más comunes?

Generalmente tienen relación con los aprendizajes y con las conductas que despliegan en su relación en la escuela. Los motivos más frecuetes según los padres son: niños «movidos», inquietos, con dificultad para atender y concentrarse en las tareas; con rendimientos escolares en «sube y baja» (ahora sabe sumar y dentro de un par de días parece no recordarlo); reclamos de atención constante por parte del profesor; enfados, rabietas; dificultad para relacionarse con los demás. Algunas de estas conductas pueden ser mal diagnosticadas como hiperactividad o déficit de atención y son medicados, sin que se logren progresos.

¿A qué causas las atribuyen?

La mayoría guardan relación con trastornos del vínculo en las primeras etapas del desarrollo infantil, y a las secuelas de los periodos prolongados de institucionalización.

¿Hay cierta obsesión por escolarizar a estos niños cuanto antes?

La necesidad urgente de los adoptados es integrarse en una familia estable y segura afectivamente que les ayude a desarrollarse adecuadamente. Muchas familias y educadores, erróneamente, creen que como vienen de vivir rodeados de niños lo que necesitan para sentirse bien son más niños. La tendencia a «normalizar» la situación también es mala consejera. Y los niños van a la escuela pronto, a veces muy pronto, sin siquiera disponer del tiempo de la baja por maternidad o paternidad. Este plazo no es suficiente para hacer familiares a los nuevos cuidadores, ni hacerse con el nuevo hogar, ni aprender los rudimentos del nuevo idioma…

Que requerirá gran esfuerzo…

Integrarse en una nueva familia, en una nueva realidad cultural y social…, exige un esfuerzo muy grande y lo primordial será sentir seguridad afectiva en el nuevo entorno antes de enfrentar otros desafíos como la escuela. Los niños pueden sentirse inseguros, la escuela rememora en algún aspecto el centro de menores del que provienen, un solo adulto al cuidado de muchos niños, y el fantasma de un nuevo abandono puede rondar en la mente de alguno de los chicos.

¿Pero el sistema escolar permite retrasar la escolarización o no?

Se trata de atender las necesidades emocionales de los niños, retrasar lo más posible el ingreso y que éste sea de forma paulatina.

Otra queja es que a la mayoría se le «inserta» en un curso según su edad, cuando puede ser más conveniente ir poco a poco…

Si bien el criterio prevalente a la hora de decidir la inserción escolar es la edad cronológica, no se debería pasar por alto que muchos de los niños procedentes de la adopción internacional, por sus experiencias vitales y su prolongado tiempo de institucionalización, llegan con algún grado de retraso en su desarrollo psicomotor, con nulo conocimiento del idioma español y casi sin experiencias de aprendizaje previas. La tendencia a «normalizar» no es aconsejable en los primeros momentos porque pueden enfrentar al niño a un esfuerzo extremo y, en los casos que se hace insostenible para ellos, desembocar en un fracaso escolar.

¿Se olvida a menudo que el niño adoptado no empieza de cero?

Siempre decimos que los niños adoptados no nacen en el aeropuerto de Barajas. Su vida ha comenzado en otro lugar y de ella han participado personas distintas a sus actuales padres y esto no puede ser pasado por alto si queremos que el menor se desarrolle armónicamente y logre una identidad sólida. Ni el olvido ni el recuerdo permanente son beneficiosos. Hay que tratar de comprender a cada niño y eso requiere no perder de vista sus experiencias previas.

¿Cómo surgió la guía?

«Adoptar, integrar, educar, guía para familias y educadores», surgió de la necesidad y de la sensibilidad. La necesidad de las familias de contar con materiales que les ayuden a comprender a sus hijos y sus tropiezos; la de los profesores de profundizar en la realidad de estos niños para darles los apoyos necesarios. Necesidades que la Asociación Atlas de Madrid y la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción (CORA) manifestaron al Instituto Madrileño del Menor y la Familia. Se ha distribuido gratis casi toda la edición.

Se avanza en la formación postadopción, pero ¿falta mucho todavía…? ¿Qué otros retos habrá que abordar en el futuro?

Ser padres no es sencillo y ser padres por medio de la adopción requiere un esfuerzo mayor aún. Acompañarles en este proceso de integración es una tarea fascinante. Muchas comunidades han ido creando servicios de postadopción para orientar estas necesidades de las familias, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Los niños todavía son relativamente pequeños, habrá que acompañarles en su crecimiento. El gran reto es la integración social y laboral y trabajar por una cultura de la diversidad.

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